Son conocidas las diferencias de forma y estilo de las principales corrientes literarias del siglo de oro español. Cultistas y conceptistas llevaron hasta el insulto personal las diferencias de estilo. Góngora desarrolló el culto clasicista de línea “garcilasiana” llevándolo hacia tal extremo que las sutilezas latinistas tan apreciadas de Garcilaso y Fray Luis de León llegan a convertirse en latinajos de difícil lectura.
Esta poesía pronto será aplaudida por este sector de la intelectualidad que ve en Góngora el artificio clásico iniciado por Garcilaso llevado a extremos que buscan el desafío cultista.
Quevedo se opone violentamente a esta nueva forma de entender la poesía “clásica” de Garcilaso.
Quevedo y Góngora, están enfrentados por la forma de entender la literatura, Cultistas contra conceptistas. Estas etiquetas se colocaron por la crítica literaria del siglo XVIII. Quevedo y Góngora llevarán el enfrentamiento a lo personal, en un diálogo poético nunca visto hasta entonces.
El enfrentamiento de Quevedo y Góngora es , en realidad , más personal que literario.
Góngora es más laico, materialista y liberal, se deja llevar por la artificiosidad de los amores mitológicos de corte clásico, también el gusto por el goce físico, la exageración de una descripción. Mientras que con Quevedo nos encontramos con la pasión cristiana, el terror a la muerte, a la justicia divina, y también de algo de lo que se le ha acusado, quizás injustamente, el desprecio de clase, elementos claves de la poesía quevedesca que no se aprecia en la artificiosidad de Góngora, también encontramos el gusto por el goce físico, la exageración de una descripción.
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