Aunque en sus obras iniciales ya encontramos el típico conceptismo del barroco, Góngora no quedó satisfecho y decidió intentar según sus propias palabras «hacer algo no para muchos» e intensificar aún más la retórica y la imitación de la poesía latina clásica y también estuvo muy atento a la sonoridad del verso.
Marcelino Menéndez Pelayo hizo una crítica y con ella descubrió que se distinguían dos épocas en la obra de Góngora: el “Príncipe de la Luz”, que correspondería a su primera etapa como poeta, donde compone sencillos romances y letrillas alabados unánimemente hasta época Neoclásica, y el “Príncipe de las Tinieblas”, en que a partir de 1610, en que compone la oda A la toma de Larache se vuelve autor de poemas oscuros.
Finalmente podemos clasificar las obras de Góngora en poemas, soledades y teatro.
Poemas
Se puede agrupar su poesía en dos bloques, poemas mayores y menores, correspondientes más o menos a dos etapas poéticas sucesivas. En su juventud Góngora compuso numerosos romances, de inspiración literaria, como el de Angélica y Medoro, de tema piratesco o de tono más personal y lírico, alguno de ellos de carácter autobiográfico en los que narra sus recuerdos infantiles y también numerosas letrillas líricas y satíricas y romances burlescos. La mayor parte de las letrillas están dirigidas, como es Quevedo, a la burla sobre las damas y a atacar el deseo de riquezas.
Junto a estos poemas, a lo largo de su vida Góngora no dejó de escribir perfectos sonetos sobre todo tipo de temas (amorosos, satíricos, morales, filosóficos, religiosos, de circunstancias, polémicos, laudatorios, funerarios).
Los poemas mayores fueron los que ocasionaron la revolución culterana y el tremendo escándalo subsiguiente, ocasionado por la gran oscuridad de los versos de esta estética. Son la Fábula de Polifemo y Galatea (1612) y las incompletas e incomprendidas Soledades (la primera compuesta antes de mayo de 1613). El primero narra mediante una estrofa octava real un episodio mitológico de las Metamorfosis de Ovidio, el de los amores del cíclope Polifemo por la ninfa Galatea, que le rechaza. Al final, Acis, el enamorado de Galatea, queda convertido en río. Se ensaya ahí ya el complejo y difícil estilo culterano.
Se puede agrupar su poesía en dos bloques, poemas mayores y menores, correspondientes más o menos a dos etapas poéticas sucesivas. En su juventud Góngora compuso numerosos romances, de inspiración literaria, como el de Angélica y Medoro, de tema piratesco o de tono más personal y lírico, alguno de ellos de carácter autobiográfico en los que narra sus recuerdos infantiles y también numerosas letrillas líricas y satíricas y romances burlescos. La mayor parte de las letrillas están dirigidas, como es Quevedo, a la burla sobre las damas y a atacar el deseo de riquezas.
Junto a estos poemas, a lo largo de su vida Góngora no dejó de escribir perfectos sonetos sobre todo tipo de temas (amorosos, satíricos, morales, filosóficos, religiosos, de circunstancias, polémicos, laudatorios, funerarios).
Los poemas mayores fueron los que ocasionaron la revolución culterana y el tremendo escándalo subsiguiente, ocasionado por la gran oscuridad de los versos de esta estética. Son la Fábula de Polifemo y Galatea (1612) y las incompletas e incomprendidas Soledades (la primera compuesta antes de mayo de 1613). El primero narra mediante una estrofa octava real un episodio mitológico de las Metamorfosis de Ovidio, el de los amores del cíclope Polifemo por la ninfa Galatea, que le rechaza. Al final, Acis, el enamorado de Galatea, queda convertido en río. Se ensaya ahí ya el complejo y difícil estilo culterano.
Soledades
Iba a ser un poema en silvas, dividido en cuatro partes, correspondientes cada una alegóricamente a una edad de la vida humana y a una estación de año, y serían llamadas Soledades de los campos, Soledades de las riberas, Soledades de las selvas y Soledades del yermo. Pero Góngora sólo compuso la dedicatoria al Duque de Béjar y las dos primeras, dejó inconclusa la segunda, de la cual los últimos 43 versos fueron añadidos bastante tiempo después. La estrofa no era nueva, pero era la primera vez que se aplicaba a un poema tan extenso. Su forma era la que daba más libertad al poeta, de esa manera se acercaba cada vez más al verso libre.
El argumento de la Soledad primera es bastante poco convencional, aunque se inspira en un episodio de la Odisea, el de Nausícaa: un náufrago joven llega a una costa y es recogido por unos cabreros. Pero este argumento es sólo un pretexto para un auténtico frenesí descriptivo: el valor del poema es lírico más que narrativo, como señaló Dámaso Alonso, aunque estudios más recientes reivindican su relevancia narrativa. Góngora ofrece una naturaleza donde todo es maravilloso y donde el hombre puede ser feliz, sin embargo es rigurosamente materialista para hacer desaparecer todo lo feo y desagradable.
Las Soledades causaron un gran escándalo por su atrevimiento estético y su oscuridad hiperculta; las atacaron Francisco de Quevedo, Lope de Vega, el conde de Salinas y Juan de Jáuregui (quien compuso Antídoto contra las Soledades y un Ejemplar poético contra ellas), pero también contó con grandes defensores y seguidores, como Francisco Fernández de Córdoba, el conde de Villamediana, Gabriel Bocángel, Miguel Colodrero de Villalobos, etc.
Los poemas de Góngora merecieron los honores de ser comentados poco después de su muerte como clásicos contemporáneos, como lo habían sido tiempos atrás los de Juan de Mena y Garcilaso de la Vega en el siglo XVI.
Iba a ser un poema en silvas, dividido en cuatro partes, correspondientes cada una alegóricamente a una edad de la vida humana y a una estación de año, y serían llamadas Soledades de los campos, Soledades de las riberas, Soledades de las selvas y Soledades del yermo. Pero Góngora sólo compuso la dedicatoria al Duque de Béjar y las dos primeras, dejó inconclusa la segunda, de la cual los últimos 43 versos fueron añadidos bastante tiempo después. La estrofa no era nueva, pero era la primera vez que se aplicaba a un poema tan extenso. Su forma era la que daba más libertad al poeta, de esa manera se acercaba cada vez más al verso libre.
El argumento de la Soledad primera es bastante poco convencional, aunque se inspira en un episodio de la Odisea, el de Nausícaa: un náufrago joven llega a una costa y es recogido por unos cabreros. Pero este argumento es sólo un pretexto para un auténtico frenesí descriptivo: el valor del poema es lírico más que narrativo, como señaló Dámaso Alonso, aunque estudios más recientes reivindican su relevancia narrativa. Góngora ofrece una naturaleza donde todo es maravilloso y donde el hombre puede ser feliz, sin embargo es rigurosamente materialista para hacer desaparecer todo lo feo y desagradable.
Las Soledades causaron un gran escándalo por su atrevimiento estético y su oscuridad hiperculta; las atacaron Francisco de Quevedo, Lope de Vega, el conde de Salinas y Juan de Jáuregui (quien compuso Antídoto contra las Soledades y un Ejemplar poético contra ellas), pero también contó con grandes defensores y seguidores, como Francisco Fernández de Córdoba, el conde de Villamediana, Gabriel Bocángel, Miguel Colodrero de Villalobos, etc.
Los poemas de Góngora merecieron los honores de ser comentados poco después de su muerte como clásicos contemporáneos, como lo habían sido tiempos atrás los de Juan de Mena y Garcilaso de la Vega en el siglo XVI.
Teatro
Luis de Góngora compuso también tres piezas teatrales, Las firmezas de Isabela (1613), la Comedia venatoria y El doctor Carlino, esta última inacabada y refundida posteriormente por Antonio de Solís.
Ediciones modernas:Luis de Góngora compuso también tres piezas teatrales, Las firmezas de Isabela (1613), la Comedia venatoria y El doctor Carlino, esta última inacabada y refundida posteriormente por Antonio de Solís.
Existen varias ediciones modernas de la obra de Luis de Góngora; la primera fue, sin duda, la del hispanista francés Raymond Foulché Delbosc, de Obras poéticas de Góngora (1921); después siguieron las de Juan Millé Giménez y su hermana Isabel, (1943) y las ediciones y estudios de Dámaso Alonso, (edición crítica de las Soledades, 1927; La lengua poética de Góngora, 1935; Estudios y ensayos gongorinos; Góngora y el Polifemo, 1960, tres vols.), etc.
Algunas de sus obras:
Sonetos:
- Al tramontar del sol, la ninfa mía (1582)
- De pura honestidad templo sagrado (1582)
- Mientras por competir con tu cabello (1582)
- ¡Oh claro honor del líquido elemento (1582)
- Suspiros tristes, lágrimas cansadas (1582)
- Ya besando unas manos cristalinas (1582)
- Ilustre y hermosísima María (1583)
- La dulce boca que a gustar convida (1584)
- Grandes, más que elefantes y que abadas (1588)
- Descaminado, enfermo, peregrino (1594)
- Las tablas del bajel despedazadas (1600)
- Pender de un leño, traspasado el pecho (1600)
- Mientras Corinto, en lágrimas deshecho (1608)
- Esta en forma elegante, oh peregrino, (1614)
- Hurtas mi vulto y, cuanto más le debe (1620)
- En este occidental, en este, oh Licio, (1623)
- Menos solicitó veloz saeta (1623)
- De la florida falda (1608)
- La más bella niña (1580)
- Amarrado al duro banco (1583)
- Entre los sueltos caballos (1585)
- Hanme dicho, hermanas (1587)
- Servía en Orán al rey (1587)
- Lloraba la niña (1590)
- En un pastoral albergue (1602)
- Cuatro o seis desnudos hombros (1614)
- Guarda corderos, zagala (1621)
- Ándeme yo caliente (1581)
- Dineros son calidad (1601)
- Señor, pues sois mi remedio (1622)
- Yace aquí, Flor, un perrillo (1622)
- Con Marfisa en la estacada (1624)
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